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En primera persona II: El muro

El muro


                                                                              Cuando  era niña (8 años)  vivía cerca de una fábrica de ladrillos, o mejor dicho, uno de mis vecinos, fabricaba ladrillo artesanal en su casa. Uno de los nietos del vecino estudiaba conmigo, por eso pude ver muchas veces como se hacía el ladrillo y alguna que otra vez ayude a vaciar el barro en el molde antes de pasarlo al horno. Este proceso me fascinaba, coger el barro rojizo, limpiarlo, amasarlo, darle textura y luego ponerlo en los cuadrados de madera que les daban forma, someterlos a ese fuego  también rojizo y unas horas más tardes verlos salir muy calientes mutados del hermoso barro al frío ladrillo, del blandito barro al duro ladrillo, del vivo barro al muerto ladrillo.

Muchos años después, fui  a ver el muro (the Wall), la metáfora de la película, por lo menos la que interpreto, es que todos somos un ladrillo en la pared. Cuando la vi, me sentí como si cayera en un abismo. Tanta oscuridad, tanto dolor,  hermosamente presentado, con esa música y esas letras llenas de belleza, me abrieron unas preguntas sobre el ser y el hacer humano que van y vienen como un bumerán loco que cuando vuelve  me golpea la cabeza, o el corazón o la cabeza y el corazón al mismo tiempo.

La última vez que vi la película, lo hice con un grupo de estudiantes, quería que hiciéramos el ejercicio de leer palabras, imágenes y música, A pesar de no entender muchas cosas del contexto, ellos,( los estudiantes) leyeron, no sé si bien o mal, o mejor no importa si bien o mal; yo a mi vez rehíce mi lectura: la música me sigue pareciendo bella, magistral.. La letra, es sin lugar a dudas el arte de la palabra puesta en movimiento, pero el encarnar en una historia de vida la metáfora  me pareció vergonzosamente lastimero…

El bumerang volvió y como era de esperarse me golpeó de nuevo, esta vez no solo la cabeza y el corazón sino la vida misma y pensé, “al parecer no es tan malo ser parte de la pared, esto si se es un ladrillo”, porque ¿qué más puede desear un ladrillo que ser parte de una pared?  Es decir, cuando ya se dejó de ser barro, cuando ya se eliminó todo el ser barro, ¿qué más queda que ser ladrillo en un muro?.....”Adiós cielo azul”
Adiós cielo azul…

¿Habrá un día en que el que era barro y era parte de una montaña se despide del cielo azul para asumirse ladrillo? 

¿Habrá un hacedor de muros que empezó alguna vez la pared?...

No lo sé, ¿cómo saberlo?

Muros y ladrillos, son tan bien ensamblados que pareciera que no fue una jugada de dados la que creo su estructura, se diría que hay una inteligencia puesta al servicio de la construcción, ¡el gran arquitecto! ¿Ese estará dentro o fuera del muro?
 “¿Hay alguien allí afuera?”

Si, afuera del muro están los otros, todos aquellos que no son ladrillos…están las arañas caminando sobre el muro, tejiendo sus telarañas entre muro y muro, están las flores aplastadas por el muro, están las flores que crecen aún lejos del muro, están las flores que son solo una flor en el jardín, están los árboles que son solo un árbol en el bosque y está la arcilla  en la montaña que no sirve para ser ladrillo, que podría haber sido la figura de un samurái de arena quebrada en una playa  pero que se quedó siendo solo arcilla inútil para ser ladrillo

¡Dejemos en paz al muro y sus ladrillos! Es horroroso pensar en detonar el muro ¿Qué va  a suceder con los felices o infelices ladrillos si detonamos el muro? Más  vale correr lejos del muro, más vale  mirar las nubes construir formas deconstruyendo formas, así como los sentimientos se construye deconstruyendo sentimientos, así como los pensamientos se construyen deconstruyendo pensamientos…

El muro está pintando de nuevos colores, ahora se busca que los ladrillos sean felices, reza la máxima, “ladrillo que sea infeliz, ladrillo que será expulsado del muro”  entonces los astutos  ladrillitos son felices

 ¿Será posible que todo esto se aplique a seres humanos, será posible que el sentido figurado  se haya vuelto igualdad? 

 Me quedo largos tiempos  mirando el muro, no estoy en la pared sino de frente a ella, o más bien la pared fue construida frente a mí, y cuando miro el muro largamente, me fijo en uno que otro ladrillo, le sonrío o le peleo, a veces hasta hago grafos en ellos, y otras veces rompo mi cabeza y mi alma  tratando que dejen de ser parte del muro, resulta loco querer sacar ladrillos del muro, ¿qué es un ladrillo sin su muro? Nada es, solo un ser inerte que no sirve para nada, se entiende entonces que los ladrillos no se pregunten por la totalidad del muro, por el hacer del muro, por lo que niega el muro o por lo que oculta el muro, ¿qué importa? Al fin ante cualquier reclamo puede responder ¡yo soy solo un ladrillo en la pared!






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